Santiago, un talentoso músico, y Fernanda, una dedicada educadora diferencial, deciden unir sus vocaciones en un particular taller de música para niños autistas. Ambos están convencidos de que la música puede ayudar a estos niños a mejorar sus habilidades de comunicación. Es por esto que comienzan un viaje de ocho meses enseñando a los niños a dirigir su propia orquesta compuesta por diversos músicos profesionales. El proceso no será fácil, puesto que requerirá mucho trabajo de parte de los profesores, los músicos y los niños. Veremos como utilizan un particular lenguaje de señas para comunicarse, donde diversos gestos por parte de los niños generan distintas respuestas por parte de los músicos. Poco a poco las diferencias entre dos mundos van quedando atrás y tanto músico como niño se van encontrando en un particular espacio en común, lleno de generosidad, música y emociones. Aprenden el uno del otro. Fallan, repiten y ensayan. Es un largo viaje atravesando fronteras que antes parecían muy lejanas. Finalmente, todo culmina en un emotivo concierto, donde padres, familiares y amigos ven los frutos de tanto esfuerzo. Los aplausos lo dicen todo...niños, músicos y profesores han logrado demostrar que existe más de una forma de comunicarse, solo se requiere un poco de paciencia y la voluntad de escuchar.